
Incluso existe un libro de Lobsang Rampa con este nombre. Se ha escrito a lo largo de la historia infinidad de páginas relativas a este tema pero, ¿qué significa?, ¿dónde está ubicado?, ¿para qué sirve?
El tercer ojo es un sistema multidimensional de conocimiento y existencia. De acuerdo a antiguos egipcios es el asiento del alma, el punto toral donde se encuentran las verdades genéticas del espíritu del mundo. Pero comencemos por el principio.
Desde la concepción yóguica de los chakras o ruedas de luz alineadas a lo largo de la espina dorsal y que son nuestras ventanas energéticas al mundo, existe uno, el sexto, que se encuentra ubicado entre ambas cejas, casi siempre un centímetro por encima de estas. Este Chakra, denominado “Ajna” es el responsable, entre otras cosas, de nuestra lucidez, la capacidad de ver la verdad donde sea que esta se encuentre. A través del tercer ojo desarrollamos nuestra capacidad de comprensión y en casos bastante perfeccionados, la comprensión de aspectos invisibles del mundo, como aquellos relativos al ámbito espiritual. Algunas corrientes del estudio esotérico lo asocian con la Glándula Pineal y le atribuyen sus funciones, sin embargo, esta tendencia aún está abierta a discusión y a análisis.
Un tercer ojo sano y abierto es un canal de libre fluido energético entre lo que somos y lo que hay, una compuerta de acceso que vincula las diferentes dimensiones espacio temporales. Por lo tanto, es nuestra llave a las verdades del pasado y el futuro, así como a aquellos puntos desconocidos y prácticamente incognoscibles. Sin embargo, nuestro tercer ojo no siempre está abierto, activo o sano. A veces una espesa nube gris nubla nuestra visión y muy lejos de comprender, nos hallamos totalmente identificados e involucrados con nuestras circunstancias y emociones, tratando de entender por medio de pequeños atisbos alguna verdad, por parcial que sea.
¿Cómo se puede activar el tercer ojo?
Para empezar, es fundamental partir del punto de la ignorancia, es decir, reconocer ante nosotros mismos que no sabemos y que no vemos con claridad, por lo tanto, que no comprendemos.
Estar presentes, aquí y ahora, a nosotros mismos y a nuestras vidas.
Siendo el agua el conductor y fluidificador por naturaleza, es necesario mantener el organismo muy hidratado.
Tomar mucha agua, no sólo cuando se sienta sed.
La imaginación negativa, sustentada en el miedo a posibles catástrofes o desenlaces fatales (factibles o no), es un obstructor del tercer ojo. La visualización creativa, por el contrario, es un activador. Por lo tanto, hay que reemplazar los temores por ejercicios de imaginación activa positiva y constructiva.
El juicio y el prejuicio es otro opacador de la visión del tercer ojo. Cuanta más abierta una mente, con más claridad puede comprender y conocer.
Meditar en silencio, poniendo freno al torrente de pensamientos, abre un espacio para que se puedan reconocer las visiones que surgen producto del tercer ojo.
Visualizar y, en la medida de lo posible sentir, una potente luz emergiendo del entrecejo, es un potente activador de las facultades asociadas a este chakra.
A través de terapias psicoenergéticas de activación de chakras.