
Padrenuestro que estás en los cielos: el punto más alto en mi interior hacia el cual puedo voltear mi mirada.
Santificado sea tu nombre: para todos los que me habitan, sobre todo cuando suelo pronunciarlo sin conciencia ni de mí, ni de ti.
Venga a nosotros tu reino: el de la consciencia.
Hágase tu voluntad: Lo que aun no ha sido –mi despertar, que es lo mismo que lo que será.
Así en la tierra como en el cielo: En todos mis mundos interiores, desde el más bajo al más alto.
Danos hoy nuestro pan de cada día: el alimento superior, el espiritual, la posibilidad de recordarnos y recordarte.
Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonámos a los que nos ofenden: mi propio olvido, mi sueño y el sueño de los que me habitan.
No nos dejes caer en la tentación: en el olvido recurrente, en la duermevela que me impide “ser” y “hacer”.
Mas líbranos de todo mal: para que en tu gracia sólo reconozca lo real.
Pues tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre, Amen: Lo que ha sido dicho ya ha tenido lugar, ya es.