
Tener una personalidad magnética, lejos de ser un tema de estudio de los ámbitos de la estética es, ante todo, un asunto de manejo de energía, de competencia mental y esotérica.
Una persona con exultantes atributos físicos puede ser tan magnética como un rollo de hilo y otra, de cuya apariencia ni siquiera nos percatamos, nos seduce al instante con la profundidad de su mirada, con su gesticulación serena y con el aura, que sin ningún esfuerzo de su parte, se genera a su alrededor.
Entonces, ¿Dónde está la diferencia? ¿Que define una personalidad magnética?
Primero, una persona magnética es, aunque sea parcialmente, dueña de sí misma. Tiene zonas dentro de su ser que se rebelan al dominio y al autocontrol pero, en general, no pierde los estribos y la conducta pacífica. No se entrega al nerviosismo o la ansiedad, sino que continuamente está batallando para vencer esos estados y que reine la calma interior. Por lo tanto, nunca veremos a una persona magnética mordiéndose las uñas o tamborileando afanosamente un escritorio mientras se queja de la mala atención al cliente.
Las personas magnéticas han vencido cualquier atisbo de autoconmiseración. Son profundamente compasivas con otros seres. Son solidarios e invaluables puntos de apoyo para las demás personas, aunque jamás se compadecen de sí mismas. Reconocen su propia fuerza y su propia valía y utilizan este poder para aligerar el sufrimiento de los demás (así sea esbozando una grandiosa y sincera sonrisa que nos reconforte al máximo)
La personalidad magnética es constructiva. No se pierde a si misma ni sus horas en actividades como el chisme, el cotilleo o la crítica destructiva. Constantemente está generando en sí misma y en los demás, buenos sentimientos, buenas vibraciones, nuevas ideas, aperturas, etc.
La persona magnética no vive su día a día con la sensación de que está bajo tela de juicio por parte de las otras personas. Sus acciones, sus actividades, la inversión de su tiempo y sus decisiones está determinada únicamente por la voz de su conciencia. En su camino, las otras personas son elementos de descubrimiento, jamás voces escrutadoras que definen su ruta.
Finalmente y no menos importante, una personalidad magnética crece y se desarrolla óptimamente en un ambiente de bienestar y sanidad sexual, en el que impere la fuerza de manifestación de una sensualidad saludable.
Las personas magnéticas han vencido cualquier atisbo de autoconmiseración. Son profundamente compasivas con otros seres. Son solidarios e invaluables puntos de apoyo para las demás personas, aunque jamás se compadecen de sí mismas. Reconocen su propia fuerza y su propia valía y utilizan este poder para aligerar el sufrimiento de los demás (así sea esbozando una grandiosa y sincera sonrisa que nos reconforte al máximo)
La personalidad magnética es constructiva. No se pierde a si misma ni sus horas en actividades como el chisme, el cotilleo o la crítica destructiva. Constantemente está generando en sí misma y en los demás, buenos sentimientos, buenas vibraciones, nuevas ideas, aperturas, etc.
La persona magnética no vive su día a día con la sensación de que está bajo tela de juicio por parte de las otras personas. Sus acciones, sus actividades, la inversión de su tiempo y sus decisiones está determinada únicamente por la voz de su conciencia. En su camino, las otras personas son elementos de descubrimiento, jamás voces escrutadoras que definen su ruta.
Finalmente y no menos importante, una personalidad magnética crece y se desarrolla óptimamente en un ambiente de bienestar y sanidad sexual, en el que impere la fuerza de manifestación de una sensualidad saludable.