
¿Qué tan lejos está “de aquí a la eternidad”? -Robert Earl Burton.
LA LLAMA ARDIENTE
Vivimos cada día de nuestras vidas abrazados por un anhelo, un anhelo muy profundo, un vacío informe que no nos atrevemos a mirar, pero que está ahí, ardiendo dentro de nosotros como un recordatorio constante de una realidad más elevada y sublime.
Pensé que este mundo era suficiente hasta que surgieron las estrellas. -Walt Whitman.
Todas las mañanas me despierto tratando de encajar en mi vida. Me rodea un mundo del que me esfuerzo por ser parte, está lleno de personas, circunstancias y experiencias. Otro mundo muy diferente aparece llamándome desde mi interior. Algo en mí no puede rendirse al flujo excesivo de lo externo, de lo temporal, de lo obvio. Algo en mí quiere permanecer intacto y sobrevivir a mi propia extinción.
Esta profunda nostalgia que nos habita surge de un deseo muy íntimo de dejar el sueño de esta vida para tocar lo verdadero, lo eterno. ¿Pero dónde está el umbral? ¿En qué punto del incesante fluir de mi existencia abandonaré el mundo de la ilusión para entrar, definitivamente, aunque sea por un instante, en la eternidad?

LUZ CREADA: ATRAVESANDO EL UMBRAL
Toca el umbral, acércate al templo.-Gilgamesh.
Hay un esfuerzo que hay que hacer. Este esfuerzo debe ser de una calidad diferente a todos los que he hecho anteriormente. No puedo usar mis medios ordinarios. Debo crear algo de la nada. Lo único que tengo es mi ferviente deseo de volver a casa, de habitarme y de estar presente, desvelada, en mi propia vida.
De alguna manera tenemos una intuición al respecto. Sabemos que un pequeño punto de voluntad en nosotros puede crear luz a partir de la oscuridad. Como en la noche, una voz nos susurra en medio del sueño letárgico de la vida y nos recuerda que estamos soñando, que podemos despertar, aquí y ahora. Ahora. Hazlo. ¡Despierta!

LUZ INCRADA: LA ASISTENCIA SAGRADA
Reconozco una emoción diferente. En mi paisaje interno hay una nueva incorporación, una nueva energía. Me siento invitada a estar muy receptiva y al mismo tiempo muy atenta. Algo en mí está abierto. Sin embargo, esta disposición interna no es casual: es producida por otra parte de mí que, a la vez, está muy activa y vigilante de mi propia presencia y de lo que sucede en ese momento.
Este estado que ha surgido después de mi esfuerzo no ha nacido del esfuerzo mismo. Esta energía no estaba en mí antes, es algo nuevo y luminoso. ¿Qué gracia divina ha salido a mi encuentro y ha completado para mí el intervalo que faltaba? ¿Qué fuerza superior ha puesto su mirada en esta zona escondida de mi alma que tenía un ferviente deseo?
Estoy presente. Una luz que no ha sido creada me llena y me envuelve, envuelve el mundo que me rodea, el momento en toda su extensión. Veo claramente lo que tengo delante, lo tomo, lo comprendo, lo integro. Una emoción intensa explota a cámara lenta dentro de mí y tengo la percepción de que, al estar con otras personas compartiendo este nuevo estado, hay una energía, un resplandor como el de mil lámparas encendiéndose juntas.

UN NUEVO ENTENDIMIENTO
Todas mis energías internas se han unificado ante la evidencia de lo superior, de lo incognoscible. Ninguna fuerza contraria me ha tomado todavía ni me ha sacado de mí misma y de este momento milagroso de mi existencia. Soy capaz de entender lo que he llegado a entender, sin palabras, sin mi mente, pero con esa parte de mí que ha nacido de este momento de presencia.
Sé que en unos momentos estaré inmersa en las poderosas y astutas corrientes de la vida. Sé que casi sin darme cuenta, estaré soñando nuevamente algún sueño en el que imagino que estoy despierta o estaré nuevamente sumergida en mi profundo anhelo. Sé que así será y, sin embargo, ahora mismo todo mi ser está aquí, cada parte de mí está aquí.
Todo durará un instante, tal vez no más de unos segundos y, sin embargo, habré conocido la eternidad. Ya he visto lo que es real y si tengo suerte y lo recuerdo, luego podré invocarlo con renovados esfuerzos.
Hay luces no creadas y luces creadas. Allí las estrellas, la luna y el sol sólo se ven salir y ponerse una vez (al año), y un año parece sólo un día. – Zend-avesta